UN MURAL QUE NOS DA LA BIENVENIDA
Ricard, uno de los educadores del centro público de educación especial Josep Pla, específico para alumnado sordo, contactó conmigo para contarme que querían hacer un mural participativo. Desde el primer momento mantuvimos una buena sintonía, y me invitó a visitar la escuela. Allí pude conocerlo en persona, también a Olga y al resto de trabajadoras del pequeño centro, ubicado en la entrada del Turó de la Peira.
A continuación, me enseñaron las aulas donde dan clase y varios espacios singulares, como el “Noti-Pla”: un tablón de anuncios situado en las escaleras donde publican cada mes sus noticias significativas, los cumpleaños y las porras de los partidos de fútbol. El recorrido continuó por el comedor y la cocina, donde cada jueves los alumnos preparan el desayuno para los docentes, y finalizó en el acogedor huerto, donde crecían unas bonitas matas de fresas.
Menchu, la directora, me mostró el porche donde querían hacer la intervención. Como persona sorda, entendía muy bien la importancia de transformar aquel espacio de bienvenida. Las paredes de ladrillo proyectaban una imagen apagada en la entrada, generando un rincón oscuro. Buscaban cambiar su aspecto mediante un mural abstracto que ofreciera una bienvenida más agradable.
SALIMOS FUERA PARA TRAERNOS LO QUE VEMOS
En este taller participaron nueve alumnos de los grupos de 4º y 6º, acompañados por los tutores del centro, que también hacían de intérpretes. Nos reunimos en el patio para conocernos y presentarles el proyecto mediante fotografías de varios de mis murales y de otros artistas que utilizan el lenguaje abstracto como medio de expresión. Hablamos sobre las características de los distintos estilos e intercambiamos opiniones sobre qué colores podrían funcionar mejor para nuestra obra. En este primer encuentro también me “bautizaron” con un signo que representaba una característica particular de mi cara.
En la siguiente jornada salimos de la escuela para recorrer los alrededores. Fueron los propios alumnos quienes guiaron al grupo por diferentes lugares significativos: el parque del Turó de la Peira, las casas bajas y la plaza de la iglesia. Durante el paseo realizamos varios ejercicios para capturar texturas de elementos que nos parecían representativos o curiosos de cada lugar. Las registramos mediante estampaciones con tinta de tampón, papel carbón y transparencias, y cada una quedaba identificada con su nombre en las carpetas que llevaba cada alumno.
También replicamos esta actividad en el patio, en el huerto y en distintos espacios del interior de la escuela. Todo el proceso fue documentado a través de fotografías realizadas por los propios estudiantes.
ACTIVIDADES PARA EXPRESAR MEDIANTE LA ABSTRACCIÓN
Continuamos el taller con varias propuestas en el aula de plástica: composiciones con formas geométricas, un divertido ejercicio grupal creando collages de colores, pintura con acuarelas y el traspaso de las texturas recogidas durante el recorrido por el exterior e interior de la escuela, utilizando papel carbón sobre cartulina de colores. Estos ejercicios nos sirvieron para expresarnos mediante el lenguaje abstracto y trasladar toda esa información a través de formas, manchas y colores.
Para generar el boceto final, seleccioné algunos de estos trabajos como referentes visuales, especialmente para las zonas donde necesitaba crear más ritmo visual o secuencias geométricas. Fui organizando los elementos de forma secuencial sobre las distintas paredes, estableciendo relaciones con los elementos arquitectónicos del entorno: las puertas de entrada, un grabado sobre cemento y el cartel de la escuela.
En la pared principal dibujé una gran mano con los dedos extendidos, de color azul (también presente en la bandera de la comunidad sorda), y añadí dos círculos concéntricos blancos que formaban un gran ojo, símbolo de la observación visual.
TRANSFORMAR PINTANDO JUNTOS
Los alumnos pintaron de blanco las paredes y me ayudaron a marcar con rotulador las líneas del esbozo sobre los muros. Durante cuatro jornadas de la segunda semana de actividades, aplicaron los colores del mural con pinceles, rodillos, esponjas y trapos.
El resultado fue espectacular. El mural transformó por completo la entrada del centro y generó un fuerte sentimiento de pertenencia. Los alumnos y el personal quedaron encantados, no solo con el resultado final, sino también con el proceso compartido. Pintar juntos fue una manera de crear vínculos, expresarse y dejar una huella en su escuela.
Acerca de este proyecto
Entidades colaboradoras
CEE Josep Pla
Créditos
Fotografías: Alumnos del centro y Carlos Spogo